sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo 2 parte 2

Introduje la llave en la cerradura y la hice girar, los chicos pasaron rápido por el hueco de la puerta y luego de meterme, la cerré con fuerza.
-¿Y es así cada vez que intentas entrar en tu casa?- preguntó Brian, que se hallaba parado junto a un mueble grande que yo tenía cerca de la puerta. Este tenía un espejo, ya saben, para fijarme que todo estuviera en orden con mi look antes de salir.
-Básicamente. Es algo agotador. –sonreí para quitarle importancia. Pero la verdad era que me molestaba muchísimo.
-Bueno… -comentó Ringo- seguro que a mi me molestaría bastante si cada vez que quisiera irme a casa, hubiera como veinte personas esperando en la puerta.
-¿Molestarte?-Preguntó John- ¡Esquivar a los fotógrafos con cara de suficiencia es de mis cosas favoritas!
Todos comenzamos a reír ante semejante afirmación, era imposible estar serio por más de cinco minutos con ese chico cerca. De repente, me di cuenta de que estábamos todos apretados en el recibidor, y de que faltaba alguien.
-Esperen. ¿Dónde está Paul?- Al parecer, al pequeño George se le había cruzado el mismo pensamiento.
Enseguida John hizo una cara de terror y soltó un grito fuertísimo. Si no le hubiera escuchado yo misma, no habría creído que había sido él.
-¡Nos hemos olvidado de mi baby face!-continuó, histérico.- Tal vez está solo y abandonado en quién sabe dónde.
No sabía si reírme a carcajadas o pegarle por su extraño comportamiento. Al perecer, Brian notó algo en mi rostro, porque se acercó a mí y me susurró:
-No te preocupes, John y Paul siempre se andan comportando como un viejo matrimonio-solté una pequeña risita ante su explicación- Ah, y no son gays, por si te lo estabas preguntando.
Le miré incrédula. ¿Cómo podía hablar de eso con tanta facilidad?
-Claro que no lo pensaba. –le espeté, por lo bajo.
Un silbido se escuchó procedente del living. Lo siguió una carcajada, la cual identifiqué como Paul McCartney. Todos nos dirigimos hacia allí. Cuando por fin entramos, los otros cuatro tres soltaron un silbido idéntico al de Paul.
-Mira este lugar…-comentó Ringo casi en un susurro.
-¿Porqué te has tardado tanto en invitarme?-me reprochó John, mirando con los ojos bien abiertos.
-¿Puedo?- George se acercó al imponente sillón que dominaba la sala. Este era de tres cuerpos y estaba recubierto de cuero beige. El muchacho lo miraba como deseándolo.
-Sí, por supuesto.
Entonces, como si mi voz los hubiera devuelto a la realidad, los cinco se pusieron en movimiento. George se tiró en el sillón y se hundió entre los almohadones de pluma. Brian y Ringo se pusieron a sus costados. John tomó el control remoto y prendió el televisor de pantalla que se hallaba frente al sillón, en el medio de un mueble con muchas estanterías. Paul, por su parte, se puso a ojear una carpeta negra grande que contenía muchísimas películas que yo había estado coleccionado. Para extra comodidad, se sentó en MI sillón negro y prendió el masajeador.
-E-e-sto-o e-es vi-i-i-da-aa-comentó mientras le vibraba hasta la voz.
Yo les miré con asombro. Diez minutos aquí, y ya se sentían como en casa. Me pregunté si eso sería algo bueno o malo...

1 comentario:

  1. Uuuuff falta que les pidan la cena xD
    Gaaaaaaaaaays :D ajajajajaja
    Ya me imaginaba todas las cosas que le pudo haber pasado al pobre Paul si no estaba ahí wooolaaa :lol:

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