domingo, 19 de febrero de 2012

Capítulo 13

Presente, Estados Unidos.

-Hey, ¿Alguno sabe dónde se encuentra Harrison?-preguntó John, quien apareció con bebidas para todos, lindo gesto de su parte.
-Mary Johnson se lo llevó a bailar-comentó el baterista, como si nada.
Me reí ante la cara de estupefacción que adoptaron los otros tres. Debbie y Sofi se unieron a mí.

Estaba sentada sola en la barra, revolviendo un vaso de líquido rojo espeso –daikiri sin alcohol- que ni siquiera me había dignado a probar.  Veía a las personas bailar, todas ellas encendidas con la música y complacidas. Habían pasado como dos o tres horas desde que perdí a los chicos. Ellos habían dado una presentación en el pequeño escenario, todo porque Mary había insistido con George. Hasta ese punto habíamos estado juntos, pero luego nos separamos. 
Sofi y Ringo se fueron a bailar, los dos hechos un manojo de nervios; Brian desapareció en el mismísimo momento en que los chicos terminaron su presentación, seguramente controlando a Lennon; Mary continuó encargándose de George; John… me pareció verlo por ahí con una chica, pero la verdad es que no le presté atención; Debbie, la hermana de George,  había permanecido conmigo, hasta que vino a saludarme mi antiguo compañero, Bob Dylan . En realidad no creo que haga falta explicar por qué se fue, pero no quiero que se queden con la duda: conectaron en el mismo instante en el que sus ojos se encontraron y antes de darme cuenta, subían abrazados escaleras arriba.
Y Paul se esfumó casi con la misma rapidez de Brian, así que ahí estaba yo: sola, y ni siquiera podía emborracharme porque era menor de edad y los medios me harían un escándalo.  Resoplé frustrada. Si tan solo tuviera una vida normal… tal podría estar tumbada entre almohadones, teniendo charlas privadas con un grupete de mejores amigas, y sin preocuparme todo el tiempo de lo que el mundo pensara de mí. O quizás leería un libro hasta tarde, no recordaba la última vez que había sostenido uno entre mis manos… ¡Con lo que yo amaba los libros!
-Espero no te moleste- empezó una voz grave pero insegura a mi lado. Me giré para contemplar al barman quien me estaba hablando, era un tipo grandote de piel oscura, con tatuajes estrafalarios cubriendo sus brazos musculosos- ¿Podrías darme un autógrafo para mi sobrina?- Bueno… no tenía nada que perder. Lo de los fans era una cosa alucinante. Miles y miles de personas creyendo en ti, apoyándote siempre. Y sin embargo existían días en los odiaba mi vida. Jamás dejaba de extrañar la privacidad, pasaba noches enteras sin dormir, andaba con el corazón en un puño. Me lo guardaba todo para mí, Angie. Simplemente me limitaba a fingir que Miranda Kane estaba perfecta, que era una persona fuerte; a ella jamás le afectaban las críticas. Pero era ese el problema, últimamente no me veía capaz de meterme en su piel, a encarnar su personaje, así como había hecho la mayor parte de mi vida. Y al mismo tiempo… la llevaba tan adentro, tan en mí que resultaba abrumador. -¿Podrías?-repitió el hombre.
Yo salí momentáneamente de mi ensoñación  y le dediqué una mirada de disculpa.
-Sí, encantada. –Miré mi atuendo y luego recordé que no había llevado cartera- solo necesitaría un papel y un bolígrafo…
-Aquí tienes- dijo ofreciéndomelos, yo los tomé y los autografié. El barman observó el resultado, complacido.
-Muchas gracias.
-No hay de qué- y giré en mi asiento en dirección a los bailarines, otra vez. ¿Es que no se cansaban nunca? Distinguí una cabellera algo despeinada que caminaba entre el gentío, bailando aquí y allá para poder avanzar. En cuanto logró salir de la pista, nuestras miradas se encontraron. Sus ojos color miel relampaguearon cuando un láser de luz azul le dio de lleno en el rostro.
Bajé la cabeza. No quería que él viniera… estaba muy tranquila ahí sentada, martirizándome con mis pensamientos. La silla a mi lado se hundió un poco por el peso que le habían otorgado. Alcancé a divisar un par de piernas largas recubiertas con pantalón de traje.
-¿Por qué estás sola en medio de esta fiesta?-preguntó, y yo quedé sinceramente sorprendida. Me esperaba encontrar al arrogante y galán McCartney, pero lo que oí fue una voz amable, que de verdad parecía preocuparse por mí. Levanté la cabeza, el castaño mi observaba con intensidad. Estuve tentada de volverla a bajar, pero jamás me lo permitiría.
-¿La verdad? –Paul asintió- Ni siquiera tenía ganas de venir.
El muchacho pareció sorprenderse ante el comentario.
-Creí que eras de la clase fiestera. –comentó, sin ánimos de ofender. -¿Qué es lo que haces aquí entonces?
-Mary es mi amiga, no podía perdérmela. – él asintió en silenció- Yo también creí que eras de esos-agregué.
-Y lo soy.-dijo irguiéndose en su asiento, como si el solo dudarlo le desagradara- Amo las fiestas. –Me reí ante su actitud. -¿Cómo es que pensaste diferente?
-Bueno… digamos que no estás bailando o haciendo nada divertido.
-Por supuesto que sí. –Respondió con obstinación- Estoy hablando contigo. –Por un momento no supe que decir, pero tampoco me hizo falta, porque Paul continuó- Las fiestas son terreno de nadie, -explicó- son lugares en los que las cosas más increíbles pueden suceder.
-No te sigo-dije negando con la cabeza.
-Está bien… déjame darte un ejemplo. –Rodó los ojos y se acarició el mentón con el dedo índice y pulgar, en un claro gesto pensativo- Solo en una fiesta George podría conocer a su ídola… y que ella se la pasara con él la noche entera. Solo en una fiesta Ringo se animaría a hablar con una chica; solo en una fiesta John se pondría borracho. Bueno, no solo en una fiesta jaja.
-¿Está borracho?-pregunté, sorprendida.
-Por supuesto que está borracho. –Rebatió Paul- no volverá a estar en una fiesta de Marianne Johnson jamás. Tiene que aprovecharlo.   
Me reí ante el comentario, yo estaba acostumbrada a las fiestas de Mary, pero los chicos vivían del otro lado del océano. Probablemente, como decía Paul, sería su única oportunidad.
-Solo en una fiesta…-continuó en un tono tan bajo que tuve que acercarme a centímetros de su boca para lograr oír- yo me encontraría tan cerca de tus labios. –Me paralicé. No me salían las palabras y el cuerpo no quería responder. Pero me hallaba incómoda en ese sitio, en el que un movimiento bastaría para besarlo. –Pero estoy seguro de no querer arruinarlo así, ¿Verdad?- y rompió el hechizo al subir la voz y acomodarse en su banqueta. Yo también volví a mi posición original, terriblemente confundida.
Entonces el dolor y las emociones que llevaba a dentro me sobrecargaron. Grité muy fuerte, abriendo la boca y soltándolo todo en un solo alarido aterrador. Nadie a menos de un metro de distancia pudo escucharlo, la música continuaba demasiado alta. Paul me miraba estupefacto.
-¿Sabes qué?-empecé con enojo- estoy harta de esto. De que me trates como un patético Don Juan y luego aparezcas y te comportes normal y encantador. ¡¿Es que no puedes decidirte por una cosa?! ¡¿No puedes tener la suficiente sensatez como para dejarme en paz?! ¡Por Dios, Paul! ¡Solo se quien eres en realidad! –dejé de hablar y me noté las manos temblorosas, sabía que la voz estaba a punto de quebrárseme. En realidad, nada de lo que había dicho tenía verdadera relación con Paul. Más bien estaba descargándome conmigo misma. –Yo no… lo siento. Es solo que estoy alterada estos días. No… no te lo tomes personal.
-Resulta un poco complicado- comentó con risa forzada, todavía parecía algo afectado con mis palabras- Pero si tú lo dices… prometo no coquetear contigo nunca más. – lo miré y comencé a reír. A estas alturas, Paul pensaría que estaba loca, pero no me importó- ¿Qué es lo gracioso?
-Sabes tan bien como yo que volverás a hacerlo. – Él sonrió una vez y se encogió de hombros.
-Tienes razón. –Me sonrió de costado y sentí que mis ojos brillaban adornando la sonrisa que se había quedado pintada en mi rostro.
-Gracias.
-¿Por qué?- McCartney pareció sorprendido.
-Por aguantar todo lo que te dije, necesitaba descargarme.
-No hay de qué. Sé que en realidad no hablabas de mí. –luego se lo pensó mejor-¿Verdad?
-Créeme, no tenía nada que ver contigo.   
Y justo después de pronunciar las palabras, lo entendí. Jamás había sido él quien cambiara su actitud, si no yo. Paul se había comportado como tal. Un chico divertido y cálido. Solo se estaba divirtiendo. Si la situación habría sido al revés, si yo, por ejemplo, fuera una chica que viajaba a Londres con mis amigos y me encontraba con una estrella famosa del lugar… desde luego que intentaría caerle bien, y si podía, algo más. 

3 comentarios:

  1. Ya aparecí !!!! ^_^ ( hace rato que aparecí, pero acabo de leer el capítulo xD)


    Me encaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaantaaaa!!! es genial ésta historia!!

    ResponderEliminar
  2. :') no sabes lo Feliz que soy... ahora me apurare para ponerte en mi fic!! SUBE pronto! Es estupendaaa!

    ResponderEliminar
  3. Yaaayyyy!!! Budín con pasas! Budín con pasas! :D
    Quiero un chocolate bien amarrgoooo mmmmmmmmm dioooosss! (no posta, me tentó xB) No, ya se... Un Cadbury aaaaaahhh, se me inunda el cuarto con baba arrgg Mierda Kenny!(?)
    OOOKAAY! yaaa, muy bueno, muy bueno :aplausos: Y no dulce, no se que coños decir con respecto a estooo! Solo el budín...! Y las pasas..! :cry: aaaaaaaahhh :epiccry: Y el chocolate que no tenngooo D'x jaslkajkajkljaajaja
    Felicidades! Te has ganado mis felicitaciones :D (Soy retrasada mental) http://alltheragefaces.com/img/faces/large/happy-smile-l.png

    ResponderEliminar