domingo, 19 de febrero de 2012

Capítulo 12

Un año y medio en el futuro, Londres.

-¿Qué pasó?-preguntó John todavía mirando extraño y con otro bostezo.
-Nada de lo que debas preocuparte.-respondí al tiempo que encendía la tele y le daba un mordisco al sándwich- Todavía tienes como tres horas de noche.-comenté con la boca llena.
Eso bastó para que el castaño pegara media vuelta y abandonara el living. Me trasladé al sillón grande y me estiré en él todo lo que pude. Me quedé dormido con la comida entre los dedos.

Me desperté en medio de un sueño extraño. Pegué un brinco y me incorporé en el sofá. A pesar de que era invierno, estaba sudando. Corrí las mantas que alguien me había echado encima y me senté con los pies en el piso. Solté todo el aire que no sabía que estaba conteniendo.
-Solo fue un mal sueño, relájate- me dije en voz muy baja.
En la pesadilla me encontraba sentado en un avión privado, como un jet. Los chicos no viajaban conmigo, y mientras cruzábamos el océano… nos precipitábamos hacia las aguas, y nos hundíamos. Sacudí la cabeza, incapaz de continuar repitiendo esas tortuosas imágenes en mi cerebro. Me levanté y observé el reloj, marcaba las diez am.
Entré a mi cuarto, tomé un poco de ropa, una toalla y me dirigí al baño. Lo encontré vacío, asique aproveche para darme una ducha. Supuse que John seguiría durmiendo y Olivia abría bajado a por el desayuno. Siempre compraba algo rico en Tiffany's . Me parece que olvidé mencionar que John y yo vivíamos juntos… (algo obvio llegados a este punto). En fin, la cosa es que mi hermana nos malcriaba con desayunos suculentos cada vez que venía.
El agua estaba excelente, tan calentita que casi me quemaba la piel. Cuando terminé, me sequé con una toalla y me puse la ropa. Volví a entrar en el living y me coloqué el suéter que había dejado allí.
Levanté lo que quedaba del sándwich, que estaba en el piso debido a la forma sobresaltada en que desperté. En ese momento sentí que la puerta se abría y más de una persona atravesaba el umbral.
Olivia se había puesto unos jeans negros, unas botas de lo más calentitas, una campera gris y un gorro de lana. Venía riendo alto y conversando con alguien que le seguía los pasos. Cuando estuvieron al alcance de mi vista, me encontré con George y Brian.
-¡Hola chicos!-los saludé.
-Hey Paul!- me respondieron.
Entonces reparé en que mi hermana cargaba una gran bolsa de papel madera donde, supuse, se encontraría nuestro desayuno.
-¿Pero qué clase de caballeros son?-les pregunté a mis amigos fingiendo indignación. Luego me acerqué a mi hermana y le quité la bolsa. Me sorprendió que de verdad estuviera tan pesada.
-¡Mientes muy mal, McCartney! –Sentí a George gritar- ¡Sabemos que lo haces para elegirte el muffin más grande de todos!
Fui capaz de oír las graves carcajadas de Brian contrastadas con las de Olivia. Hice como que no había escuchado nada y preparé las cosas. Puse los muffins en un plato hondo, saqué los cafés y trasladé todo a la sala. Antes de eso, separé el pastelito de mayor tamaño y más recubierto de chispas. Dejé las cosas en la mesita y regresé a la cocina.
Para la cuarta vez que atravesaba el umbral, John ya se había levantado y sostenía un vaso de líquido humeante entre los dedos.
Los chicos y mi hermana se habían instalado en los sillones y prendido la tele. Estaba puesta en el canal de noticias, pero ninguno le prestaba demasiada atención. Me abrí un espacio entre Brian y George. El primero me miró y largó una carcajada.
-¿Qué? – le pegué un mordisco a mi muffin cuidadosamente seleccionado.
-No creí que fuera en serio.
-Por supuesto que fue en serio,-contestó el guitarrista, metiéndose en la conversación- ¡Es de Paul de quien hablamos!  
-¡Hey!-Olivia gritó de pronto, sacándonos del tema.-casi lo olvido, hoy me crucé con Ringo y me dijo que lo llames, tiene algo para darte.
Sonreí un poco. Esperaba que fuera lo que yo quería, es decir el número de Angie.
-¿Cómo es que hiciste para cruzártelos a todos antes de las diez de la mañana?-preguntó John a mi hermana, bastante confundido y todavía somnoliento.
-¿Tal vez cayó un meteorito con una radiación que era capaz de quitar el sueño, y no pudo hacer nada contigo por consumir cosas extrañas? –pregunté en un tono normal, como si estuviera hablando del mal tiempo.
Nos quedamos unos minutos en silencio y estallamos en carcajadas.
-¡Pero mira quién se levantó de humor esta mañana!-aportó John, contento.
-Pequeño Lennon, lo dices como si estuviera gruñón en las mañanas. –Respondí serio, a pesar de que me dedicaba a decir puras tonterías.
-Si…Bueno…-empezó él, dando a entender que eso era exacto lo que hacía. Le arrojé un almohadón, que por poquito no tiró el vaso de Olivia, quien me dedicó una mirada asesina. El proyectil dio de lleno en el blanco (con lo que me refiero al rostro de John). Otra vez volvimos a reír. Entonces me di cuenta de que hace mucho que no me sentía tan bien. No podía creer mi humor teniendo en cuenta la pesadilla…
Pestañé rápido dos o tres veces para asegurarme que la imagen no se repitiera en mi retina.  Me levanté y pasé sobre las piernas de George para dirigirme a mi habitación. Una vez allí busqué mi teléfono y marqué el número del baterista.
-¡Ringo!- lo saludé a penas escuché su tono particular.
-¿Cómo has estado?
-Oh, la verdad, salió el sol.
-Paul, esta a punto de nevar y hace como no-se-cuántos grados bajo cero. ¿Seguro que te sientes bien?  
-No me refiero a eso…-iba a replicar, pero no tenía ganas de andar explicando mis chistes-Déjalo. ¿Averiguaste lo que te pedí?
Se escuchó una risotada.
-Sonamos como una mafia, -soltó otra risa- pero sí. ¿Tienes para anotar?
Revolví entre mis cosas desordenadas hasta dar con un bolígrafo, lo destapé con la boca y busqué un papel.
-Listo-dije una vez puesto en posición. Él me dictó los números y yo los escribí. Me aseguré de haberlos anotado bien por lo menos tres veces antes de cortar.
Elevé el cuadrado blanco en el aire. Mi letra era bastante desprolija y estaba escrito a los apurones, pero era legible. Pegué un gritó para descargarme y luego sonreí victorioso agitando el papel.
Este era el plan: esperaría hasta la noche. Si ella no llamaba, yo me encargaría del primer movimiento.  

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