jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 34

Un año y medio en el futuro, Londres.

Resultó que mis celos eran infundados. O no del todo, pero no podía recriminárselos a Jagger porque ese chico era simplemente irreprochable. Además se notaba lo mucho que quería a Olivia y era completamente obvio que mi hermana estaba enamorada de él.
Se quedaron en Londres alrededor de una semana. Por supuesto que ella se hospedó en mi casa –como siempre- y Jagger tuvo que buscarse algún hotel. ¡Está bien! Admito que probablemente fuera un edificio de cinco estrellas con una sauna en el  baño, pero yo tenía a Olivia. Siento irme por las ramas tan seguido con el tema, es solo que en realidad se trata de una fibra muy sensible de mi ser. En fin, el tal Michael se fue al cabo de siete días, más o menos. Tiempo suficiente para continuar mis salidas con Angie sin que mi hermana me prestara mucha atención. Johny era un poco más observador, pero los dos actuábamos como si yo no estuviera escondiendo algo; o mejor dicho, guardándomelo.
Había ido tres veces a su departamento. Para mí era todo un logro, imagínense que siendo perseguido por cámaras las 24 horas del día, no era fácil escabullirme de ellas. La lluvia fue mi gran aliada. Ni siquiera habíamos empezado la primavera, así que debes pensar que soy un loco, caminando bajo el agua helada; pero no me había enfermado hasta el momento, y ver su rostro al final del recorrido era lo más reconfortante.
Chio se sentía feliz por mí, según ella, el hecho de que la hubiera besado en la primera “cita” indicaba que el “viejo” McCartney estaba de regreso. También así lo pensaba Ringo, a quien había terminado contándole. Él sabía bastante del tema; por mi culpa había tenido que escribirle una canción a Sofi, así que me apiadé y le di un voto de confianza. Ambos me prometieron no decirle nada a nadie, hasta nuevo aviso.
Sentí los pasos de mi hermana introducirse en el living. Estábamos los dos solos en el departamento, John había salido con Chio hacía un rato y yo me encontraba mirando la televisión. Olivia se tumbó a mi lado en el sofá y pasé uno de mis brazos sobre su hombro.
-Sé que no soy Jagger… -comenté haciéndome el pobrecito.- pero también te quiero.
Recibí un suave empujón como respuesta.
-Lo sé. –dijo sonriendo- Nunca nadie pobre superar el amor que te tengo, James.– ahora fue mi turno de empujarla.
-Eso sería imposible, Olivia. –repliqué con aires de superioridad. Los dos sonreímos y ella me dio un fuerte abrazo. Nos quedamos así un rato, con un programa bastante malo de fondo.
-¿Por qué estás viendo esto? –preguntó incorporándose y sentándose derecha en el sillón. Yo me encogí de hombros.
-No había nada mejor.
-¿En setecientos canales? –levantó una ceja.
-No. –pasó otro rato en que los dos nos quedamos viendo la tele fijamente, de verdad que ese programa era malísimo.
Olivia se puso de pie y me obstruyó la visión.
-¿Qué tal si llamamos a los chicos? – Propuso- Hace rato que no los veo.
 -Si te la pasaste con Michael hasta que se fue… -acoté casi en un susurro.
-¿Cómo? –inquirió fingiendo no haber oído bien.
-Que suena magnífico. –respondí con una sonrisa.
-Eso pensé.

Las risas llenaban el ambiente. Resultó que todos estaban libres aquella tarde. Nos encontrábamos reunidos en los sillones de nuestro departamento, habíamos comprado muchas cosas ricas para comer, en su mayoría tortas y cosas dulces, puesto que eran las cuatro de la tarde. Éramos muchos. John y Chio, mi hermana, George y Mary (que había llegado hace poco en un vuelo), Sofi y Ringo, Debbie (no había vuelto a Estados Unidos luego de la gira) y, por supuesto, yo. Algo se movió en mi interior cuando caí en la cuenta de que era el mismo grupo que había estado en la Casa Antigua-con excepción de Olivia-, hace ya más de un año y medio, la primera vez que besé a Miranda. 
Extrañamente, mi corazón no se estrujó, y ningún nudo se formó en mi estómago. Mi mente voló hacia Angie. Su rostro sonriente, sus ojos claros brillando con intensidad. Salíamos hace qué… ¿Una  semana? Y ya pensaba en ella como si estuviera bajo mi brazo, riendo y compartiendo con todos nosotros. Eso era algo curioso de mí. No había tardado nada en enamorarme de Miranda, y tampoco de Angie. Sé que suena raro, y no quiere decir que me enamore fácil… pero ellas tenían algo que había llamado poderosamente mi atención, y muy en el fondo sabía que si existía una chica capaz de hacerme olvidar a Miranda, de hacerme sentir mariposas y ponerme nervioso, de hacerme querer esforzarme por conquistarla, era Angela Smith.
-Wow, todavía no me creo que Elizabeth sea tu novia.-le dijo mi hermana a George por milésima vez en la tarde. Todos reímos ante su cara de incredulidad. Ya era una cosa normal la relación que esos dos mantenían, pero ellas nunca se habían cruzado hasta hoy. Recordé fugazmente que todos habían actuado de igual manera cuando George nos lo contó.
-Se quejó.–Comentó Debbie rodando los ojos.- Mick cof cof Jagger. –Las mejillas de Julie se tiñeron de rojo. Por primera vez admitió su derrota en silencio.
-Y yo no caigo en la cuenta de cómo es que termine con tan bella dama.- alardeó John de improviso, depositando un dulce beso en los labios de mi amiga. Chio sonrió embelesada.
Su novio recibió un almohadonazo en el rostro luego de que se separan, por parte de Ringo. Las carcajadas de George destacaron entre las demás, como siempre.
-Fue gracias a mí. –anuncié con aires de superioridad. – Imagínate  lo mucho que te quiero,-le dije a Chio- tanto como para prestarte a mi Johny. –a continuación fingí un sollozo lastimero y la salita volvió a reír.
Lennon se paró del sofá que compartía con ella y se me echó encima, en medio de un abrazo sofocante. Por un momento me imaginé siendo George, y casi sentí la intensidad con la que debían de dolerle las comisuras de los labios debido a la risa ininterrumpida. Logré quitármelo de encima con bastante esfuerzo y fui capaz de respirar otra vez.
Un sonido me distrajo, era el timbre de un celular. Miré en dirección a Sofi y la castaña acababa de colgar. Luego guardó el aparato en el bolsillo con una expresión extraña en el rostro. Le dedicó unas palabras a Ringo en el oído y todo rastro de preocupación abandonó su cara. Decidí centrarme en otra cosa, no tenía de qué preocuparme. Los demás charlaban animadamente en pequeños grupos.
Las manos de George y Mary descansaban entrelazadas en medio de ambos. Los dos mantenían una conversación con Debbie, en la que Marianne se acaloraba y gesticulaba demasiado. A la pequeña Harrison le encantaba hacerla enojar, era muy parecidas en lo personal, y eso hacía que ella supiera exactamente lo que la molestaba. Era con la mejor que se llevaba de todos nosotros, –aparte de George-  pero aún así éramos amigos. En cualquier caso, Johnson-Harrison era la prueba viviente de que los opuestos se atraen.
Ringo y Sofia, por el contrario, habían encontrado su alma gemela. Ambos sonrientes, llenos de vida. Incluso ambos tenían unos radiantes ojos claros. Se conectaban intensamente, y parecían compartir un idioma ajeno al resto del mundo. Algo solo para los dos.
John y Chio… solo hacía falta mirarlos. El modo en que ella estaba instalada sobre él de una forma tan... graciosa, eran como el dúo dinámico. Eran perfectos el uno para el otro, como si se hubieran estado esperando toda la vida.
Lo lamento si me he puesto algo meloso… últimamente no puedo evitarlo, no cuando la imagen de Angie vive clavada a fuego en mi retina.

1 comentario:

  1. me encanta tu fic, subí más rápido *-* ya quiero ver que pasa con Angie-Miranda DDD:
    cuidate

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