Un año y medio en el futuro, Londres.
Estuve abrazándola hasta que logró calmarse. Luego se alejó un poco de mí a aproveché para quitarle los rastros de lágrimas con mi pulgar.
Una sonrisa débil se extendió por su rostro.
-Lo siento.- se disculpó otra vez. Acto seguido sorbió un poco por la nariz.
-¡Hey!- la frené. Podía observar que su labio inferior temblaba, no quería que volviera a llorar. – No te preocupes.- luego intenté sonreírle con calidez, para que ella copiara el gesto.
La verdad era que me moría de la intriga. ¿Por qué había dicho eso de John? ¿Era tan malo como para largarse a llorar? Sin embargo, sabía que si insistía en ese momento solo lograría empeorar las cosas, y era lo último que deseaba.
En ese momento sonó el timbre a mis espaldas. ¿Acaso sería Greg buscando algo olvidado? Miré a Angie con la intriga escrita en los ojos. Ella solo hizo un gesto para que me despreocupase, me corrió suavemente hacia el costado y avanzó hacia la puerta. Yo giré lentamente; Dios… era tan bonita de atrás.
Posó su mano sobre el picaporte e hizo presión. Del otro lado se hallaba una chica como de nuestra edad. Tenía el cabello negro recogido en una cola alta y su piel era extremadamente pálida.
-¡Candy! –exclamó Angie con un tono de alegría y sorpresa, después se inclinó para saludarla con un beso en la mejilla. –Entra, entra. –la apremió.
La muchacha avanzó con paso seguro y se detuvo en seco cuando se percató de mi presencia. No pude menos que notar el buen estado de su cuerpo, y eso que llevaba un abrigo.
-Yo… lo siento.-dijo casi en un susurro. –No sabía que tenías visitas. - Angela soltó una risita.
-No te preocupes.- se acercó a ella y me indicó con la cabeza que me acercara. Le hice caso y la plantó frente a mí.–Candy, él es Paul. –me presentó- Paul, ella es Candy; vamos juntas a la Universidad.
-Mucho gusto. –dije tendiéndole la mano.
-El placer es mío. –respondió con gesto ausente, sus ojos me recorrían a gran velocidad. –Espera un segundo… -“¡Tú eres Paul McCartney de The Beatles!”, imaginé que diría. - ¡Conoces a Bob Dylan!
Admito que tardé unos cuantos segundos en reaccionar. No era envidia, pero vamos, ¿Aun que sea un poquito de crédito para mí? Al fin y al cabo éramos todos músicos, no solo él. –Lo admito, le había dado a mi fibra sensible-
La risita disimulada que Angie emitió me trajo de nuevo a la realidad, al parecer había descubierto mi pequeño ataque de celos. Me encogí de hombros y logré que ella ensanchara su sonrisa. Para entonces Candy se había movido e instalado en el sillón. Aproveché su posición de espaldas a nosotros, me acerqué hacia Angela, puse mis manos en su cintura y le robé un beso. Mi intención era que durara un poco más, pero ella se separó de mí.
-Ayúdame con los platos. –exigió. Yo hundí un tanto la cabeza e hice una especie de puchero. Angie me observó y rodó los ojos. Luego se inclinó y rozó sus labios con los míos.
Al instante sonreí, renovado.
-Eres un tonto, McCartney. ¿Lo sabías? –comentó entre risas.
-Pero me quieres.-alegué. Nos recorrió esa sensación electrizante al cruzar la mirada que tan solo nosotros compartíamos.
-Está bien, sí. Te quiero.
Candy emitió un carraspeo.
-Ponerme de espaldas y hacerme la desentendida funciona unos minutos nada más. –nos reprendió desde el sillón con tono divertido. - ¿Podemos comer, por favor? Tengo hambre. –levantó su brazo izquierdo y nos hizo señas para que fuésemos a su encuentro. Me sorprendió notar que en el reverso de su muñeca tenía tatuado el símbolo del Ying y el Yang, del equilibrio.
Al final simplemente había querido decir que lleváramos el almuerzo, así que me dirigí a la cómoda que había en un rincón y de allí saqué los individuales. Se había hecho rutina para mí, lo hacía siempre que venía. Los deposité en la mesa ratona y Candy los ordeno mientras yo volvía a la mesada de la cocina en busca de los platos y vasos que Angie había sacado antes. Una vez que estuvo todo bien dispuesto, Angela trajo la comida y comenzamos el almuerzo.
Resultó que Candela, mejor conocida como Candy, era una muy buen amiga de la universidad y Angie la había invitado porque quería que me conociera. La muchacha no sabía que yo estaría aquí, y mucho menos quién era, pero no se trataba de una persona tímida, por lo que no hubo problemas. Conocía a The Beatles -¿Quién no?- pero según ella no pudo evitar preguntar por Bob a lo primero, porque estaba “enamorada” del él desde que lo vio en un viejo programa de televisión; más o menos.
La evalué bastante, sabía que al cantante estadounidense podría llegar a gustarle.
Candy prendió la tele con el control remoto. La conversación versaba de los exámenes que darían este semestre, así que puse mi atención en el aparato.
Hay veces en las que desearía predecir el futuro, para evitar este tipo de acontecimientos. ¿A que no se imaginan quién ocupaba un primer plano en la pantalla? Si… Miranda Kane.
Mi cuerpo se tensó inesperadamente. Por un segundo solo fui capaz de observar su lacia cabellera rubia, sus brillantes ojos oscuros y su lunar. Distraídamente llevé la mano a mi frente e introduje los dedos en el cabello, buscándola. Di con la cicatriz casi al instante.
Mientras la observaba llorar quién sabe por qué razón, miles de recuerdos volaron a mi mente: rodeados de semillitas en su departamento; yo cantándole Michelle, con las estrellas, la arena y el mar de espectadores; ambos en la barra de aquella fiesta; los dos sentados en el restaurante mexicano; todos juntos en su casa de lujo a las afueras de la ciudad…
Me sentía incapaz de de controlar mis pensamientos. Verla llorando, incluso aunque fuera en una de sus películas… Creía que esas cosas dejarían de pasarme, y, sin embargo, allí estaban de nuevo. Igual que el día en que supe de su muerte, cuando contemplé los pedazos de avión flotando en el mar…
-¡Paul!- la voz de Angela me regresó al presente.- ¿Te encuentras bien?- preguntó con cautela, preocupada. Logré hacerme con el control de mi cuerpo y asentí despacio, quitando la vista de la pantalla y todavía conmocionado por la intensidad de los recuerdos.
-Siempre admiré a esta chica.- comentó Candy totalmente ajena a la situación- ¿Sabes? –continuó dirigiéndose a Angela. Su rostro solo mostraba una leve preocupación- Yo creo que eres idéntica.
Duró tan solo un segundo, e incluso menos. Pero estoy seguro de que existió un momento donde su expresión cambió por completo. Su rostro adoptó una mueca casi terrorífica y luego nada. Otra vez volvía a ser la linda y hermética Angie. Y eso, mezclado a las palabras de Candy, me hizo recordar a Miranda. Ella tenía la misma forma de actuar, por lo general era imposible leerle el rostro, y si alguna vez llegabas a conocer sus sentimientos, sería solo porque la muchacha te lo habría permitido.
-¡Por Dios, Candy! –exclamó- ¡Qué cosas dices!
-De acuerdo- cedió la morena- tal vez no sean idénticas- rodó los ojos- pero debes aceptar que tienen cierto parecido.
-Ni siquiera coincidimos en el color de cabello- contradijo Angie.
No obstante, mi mente ya se encontraba muy lejos y comenzaba a realizar mis propias conjeturas.
Jamás me permitía hacerlo. Tenía un año entero de comparar a todas las chicas con Miranda, no deseaba realizarlo con ella también, pero debía, tenía que.
Empecé por lo más sencillo, como la forma de andar y gesticular. En eso eran parecidas, igual que en altura y tamaño-aunque por lo general Miranda usaba tacones y Angie, zapatillas- . Referido a su voz… hablaban muy diferente, Miranda como una autentica americana y Angie fiel a la tonada inglesa. Sus ojos; definitivamente jamás me había perdido en los de Miranda de igual manera que con los luceros de Angie.
Tampoco había similitud en lo personal. Solo en raras ocasiones la primera había sacado a relucir su mal genio; por el contrario, la segunda lo hacía casi todo el tiempo.-por supuesto que eso hace más especial los ratos en los que se pone tierna, pero me he ido de tema- y sus besos definitivamente tenían demasiado en común.
Volví a centrar mi atención en Angie. Ahora pasaban comerciales por la tele. Al instante me descubrí a mi mismo intentando compara sus rostros en detalle. ¡Basta ya, McCartney! Me reté a mi mismo. Necesitaba aire.
Me puse de pie y las chicas me miraron extrañadas.
-¿A dónde vas, Paul?
-Yo… lo siento- dije cerrando los ojos para concentrarme- quedé con los chicos en… - ya había hecho unos cuantos pasos hasta el perchero.- Fue un placer, Candy.- posé mi mano sobre el pomo de la puerta. –Adiós chicas…- salí.
Apareciste aslkdjsd Agus, tenía pensado que aparezcas también pero no sé como ponerte, lo voy a pensar