Paul.
Ver a John despierto era algo indescriptible. Una persona dijo una vez: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” y era tan cierto que me asombraba. Había estado cerca, demasiado. Ver sus ojos abiertos, y escuchar su típico tono de voz, era un milagroso regalo.
Con todo lo que había pasado, me sentí igual que luego de un concierto específicamente intenso. Ese sopor que se adueña de ti y te obliga a tener los hombros sueltos, relajados. Y por supuesto, las cosas se fueron a la mierda después de escucharla mentir, otra vez.
Me hallaba cansado. Harto de casi todo, irritado. No soportaba quedarme quieto; no aguantaba ver a John golpeado, roto y lastimado; estaba reventado de preocuparme y victimizarme; abatido por el ambiente que se respiraba en aquel lugar; enojado por pensar cada segundo en ella y dolido por su reciente traición. Necesitaba salir, desahogarme, como Chio me había sugerido.
Asi que allí estábamos los cuatro, no había escritorio que nos separara de Brian Epstein esta vez. Sentados en unas precarias sillas de hospital (a excepción de George), en un habitación pequeña y desocupada que habíamos conseguido. En forma de círculo, todos mirándonos las caras.
-Bueno chicos, estamos en un momento bastante crítico para The Beatles. –comenzó nuestro representante. La atmósfera tenía un matiz tenso, no era como las demás reuniones, mi mejor amigo no se encontraba allí.
-No creo que deberíamos hablar esto sin John. –acotó Ringo, enseguida.
-Sabes que ni siquiera puede levantarse –refutó George- menos vamos a obligarlo a pasar por esto, es demasiado… ¿Conmocional?-terminó algo inseguro.
-Linda expresión-dijo Brian.- Aunque la palabra no exista. –agregó. Los demás reímos con el comentario, aunque fue una risa falsa y se debió más al nerviosismo. –Significa que John no se encuentra en condiciones de mantener una charla tan importante, podríamos decir que estamos decidiendo nuestro futuro. George, quien se encontraba a su lado, apoyó una mano en su hombro, demostrando su acordamiento.
-¿Qué vamos a hacer? –pregunté, yendo al grano. Deseaba largarme de allí cuanto antes, sentía mi cabeza a punto de explotar.
-Deberá transcurrir al menos un año hasta que nuestro John se encuentre del todo sano. Las giras, y la atención que tienen en estos momentos, no le ayudará en nada.-anunció.
-Sería suicida. –dijo Ringo por lo bajo. Yo, que sí lo había oído, asentí.
-También tenemos que preocuparnos por tu pierna. –prosiguió dirigiéndose directamente a George. Él frunció el seño.
-Tendré el yeso un mes, y luego rehabilitación otros treinta días, para entonces estaré como nuevo. –se defendió. Los otros reímos con eso. El castaño era obstinado; no lo había admitido, porque su forma de ser se lo impedía, pero seguro estaría atravesando un infierno con su pierna quebrada.
-Serán al menos cuatro meses de rehabilitación. –corrigió Brian. – Te fracturaste el fémur y el peroné, ambos expuestos. –dijo. El silencio se adueñó de la sala. Inconscientemente pasé mi mano desde la cadera hasta debajo de la rodilla, sintiendo mi extremidad; debía ser terriblemente doloroso tener la pierna entera inutilizada. Harrison solo bufó. –Tú mejor que nadie sabes la importancia de mantenerse saludable.-continuó consolándolo Epstein. – Es mejor prevenir, que lamentar.
-Entiendo. –susurró él, abatido.
-Entonces, caballeros,-continuó el mayor, retomando la antigua charla- la pregunta es ¿Seguimos a flote, o dejaremos que se hunda el barco?
Silencio sepulcral. Nadie movía un músculo. Miré de reojo a mis amigos, que se encontraban tan consternados como yo. Intenté imaginarme a Ringo, George y solos en las entrevistas, en los conciertos. No podíamos continuar sin John, éramos una banda. Sería imposible seguir, pero catastrófico si dejábamos que “el barco se hundiera”. Solté un suspiro.
-No creo que debiéramos continuar. –dije por fin. Epstein asintió con su expresión grave y los demás me miraron con ojos desorbitados. –Pero- me apresuré a agregar, Ringo se hundió en su silla, aliviado. – Sí me parece necesario que John y George con su pierna, estén con nosotros. –puntualicé. El castaño me lanzó una sonrisa, agradecido. –No sé qué hacer entonces. –confesé, bastante abatido.
-¡Yo sí!-gritó George, al parecer emocionado ante su nueva brillante idea. – Primero, creo que es fundamental que sepas, Cerdo, -empezó dirigiéndose a él, como siempre hacía. – Que Paul, aquí presente –aclaró señalándome- se encuentra incuso peor que John si comparáramos el estado físico de uno, con el mental del otro.
Iba a objetar algo, y sin embargo dejé mi boca cerrada. Harri decía la verdad, y Brian, quien escuchaba atento pero confundido, hubiera terminado comprendiéndolo de todos modos.
-Esta es mi propuesta:–expuso, dándole una entonación que bien podría ser la de un vendedor de coches ante su más reciente modelo de auto. - vacaciones.
-Estás demente. –dijo Ringo, y comenzó a reír. -¿Con todo lo que tenemos que hacer? –consultó.
-Exacto. Los cinco hemos vivido un infierno en los últimos días. –se explicó.- Los conozco lo suficiente como entender que ninguno tiene ganas de pasar por las entrevistas y acosos que nos esperan para saber algo de Johny y yo. –continuó refiriéndose a sus estados físicos – Y también sé, o por lo menos lo siento así, que estaríamos traicionándolo si continuáramos sin John.
-Si es por el bien de la banda…- dudó Ringo, el siempre pensando en los demás. – no deberían preocuparse tanto.
-George tiene razón. –lo apoyó el baterista, reavivado por sus palabras. – podríamos parar durante todo el próximo año, y cuando ustedes estén mejor, ¡BAM! Súper mega show de regreso.
-¡Eso suena magnífico! –exclamé, por mi parte.
-¿Brian? –consultó George, nada estaría hecho sin su aprobación.
-Sería arriesgar demasiado… -opinó, pero más para sí que para nosotros.
-Paul acaba de enterarse que su novia muerta en realidad era la actual y que ella está vivita y coleando. –acotó el baterista.
-¡Starkey! –lo reté. No podía creer que lo hubiera dicho.
-Además cree que el accidente es su culpa porque estábamos buscándolo cuando sucedió.
-¡Harrison! –volví a gritar. No podía creerlo.
-Y eso que se había escapado para “pensar” –la siguió otra vez Ringo- era totalmente entendible que te perdieras por unas horas. –lo miré con los ojos fuera de mis órbitas, pero él no me hizo caso; mis amigos miraban a Brian expectante. El hombre se dirigió a mí.
-¿Eso es cierto? – exigió, anonadado. Si bien sabía algo sobre mi estado, no lo suficiente como para saber todo aquello.
-Sí, lo es. –Acepté a regañadientes- pero no significa que tenga que dejar el trabajo o algo parecido. –me apresuré a añadir.
-Está decidido. Reunión concluida. –respondió Brian. –Buena suerte en sus vacaciones, chicos.-dijo poniéndose de pie y guiñándonos un ojo. –Yo me encargo de todo, podríamos sacar algún disco con aquellas cintas que tenemos, o un video sobre la gira en Estados Unidos. Ustedes intenten relajarse; nada de alcohol o drogas. –nos pidió, o más bien nos ordenó. Y con su aire habitual de hombre importante, abandonó la habitación. Era todo un genio, debo admitir, aunque siempre solíamos llamarlo ''cerdo''
-Son unos tontos. ¿Lo sabían? –Dije a penas se fue. Ellos se quedaron de piedra, preguntándose si de verdad estaría enojado. –Los quiero mucho. –añadí después. Los dos soltaron una carcajada, Ringo se abalanzó sobre mí.
-¡Hey!-se quejó George. Nosotros lo miramos, sonreímos pícaramente y nos tiramos sobre él. -¡Cuidado con las silla, idiotas! –advirtió y los tres comenzamos a reír.
Eran las tres de la madrugada. La noche estaba extrañamente silenciosa, y unas nubes grises dominaban el cielo. Yo me encontraba observándolo todo desde el balcón de nuestro apartamento. Me había despido de John, de Chio, de los chicos y las chicas. De mi hermana y su odioso novio que otra vez se encontraba de visita. Mis tíos me esperaban en Holmes Chapel para ayudarme con las maletas.
Había llamado a mi tía Gloria. Dudo que la recuerden, es la mujer que acompañaba a Olivia en sus viajes fotográficos mientras yo me quedaba en casa, hasta que fuera mayor de edad. Hacía años que no la veía, y nos teníamos un gran afecto. Estaba a punto de empezar una nueva excursión, que duraría alrededor de un año. Siempre había viajado por el mundo, y esta vez no era la excepción. Yo también quería hacerlo. Todos habían coincidido en que sería una elección terrible irme solo, aunque pudiera y ya hubiera visitado la mayoría de los lugares con la banda. Asique había tomado mi teléfono, y la había llamado.
Nuestro avión partía rumbo al Cairo la próxima semana.
Lo único que me mantenía atado a mi país, a este lugar y este momento, era Angela. El increíble vínculo que habíamos formado. Me sorprendía que después de tanto, continuara pensando en ella. Y creo que la razón es la tremenda historia que tenemos detrás. Desde el primer día en que la vi, en ese taxi, sentí que ya la conocía. Ahora puedo comprobarlo, pero entonces parecía magnífico, al fin había encontrado alguien a quien amar, con quien compartir mis cosas. Y la verdad es otra, no había encontrado a alguien, sino que la había reencontrado a ella.
Las palabras de Ringo seguían dando vueltas en mi cabeza: las dos chicas que alguna vez amaste, están ahí. Era cierto, tanto que a veces me sobrecogía.
Me di cuenta en ese instante, después de mucho cavilar, que si Angela se pusiera extensiones, se tiñera de colorado, se pintara pecas y aprendiera a hablar como una chica del sur de california; e intentara conquistarme, lo lograría.
Me había equivocado; no existía un medidor para amarla, no habrían días en que la quisiera más o menos. ¡Por Dios! La había escuchado tras la puerta. Cuando decía que se encontraba allí para apoyarme, porque era mi novia. ¡Mi corazón había deseado tan fervientemente que fuera cierto!
Y sin embargo, no lo era. No podía decir si me mentía o no. ¿Cómo estar con alguien a quien le has perdido la confianza? Peor aún, ¿Alguien que la ha traicionado? Para mí, era tan imposible como volar. Pensaba en nuestro pasado, había más oscuridad que luz en él.
Necesitaba irme, darme un tiempo para mí, aunque suene egocéntrico. Odiaba las mentiras, profundamente. Ese viaje me haría bien, y esperaba volver completamente renovado.