sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 62


Angela, Londres.

Así que allí estábamos las tres. Sentadas en la mesa de un café, sofocadas por el repentino calor que se había apoderado de Londres, estrujándonos la mente en el descanso del almuerzo.
-¿Y que tal si te disfrazas de perrito, te mandamos en una caja a donde sea que esté McCartney y ya? –propuso Candy, quien, al oír en plan de la reconciliación, se había entusiasmado muchísimo.  
Un gemido de desaprobación se escapó de mis labios y los de Chio. Para ser sincera, no me acordaba qué número de idea era esa, hacía más de una hora que nos encontrábamos en aquel lugar. Y no habíamos decidido nada aún.
-¿Cómo se supone que eso funcionaría? –consultó la castaña, bostezando.
-Todo el mundo ama los cachorros. –fue la “lógica” respuesta.–Seguro él no se resistirá a una adorable tú vestida de esa forma. 
-¡Siguiente! –dije yo, no me parecía una opción viable.
-Y si en vez de cachorro te disfrazas de Elvis?-Propuso la joven divertida.
-Vamos, Angie. Nada de lo que dijimos te parece bien- me reprendió Chio.
-Lo sé, chicas. Y de verdad lo siento- suspiré- pero es que no logra convencerme, simplemente no cuadra con Paul. 
-Tienes razón-concordó ella- no  estamos pensando como él. Sólo dijimos ideas que  nosotras apreciaríamos.
-Bueno, tendrán que disculparme, pero yo no lo conozco tanto, y creo que todas las propuestas fueron geniales. –acotó la morena.
-Claro, la del perrito fue la más inteligente. –dije yo con sarcasmo. Candy me echó una mira desaprobatoria.
-Ya, no peleen. –nos detuvo Chio.
-Perdón, a veces la maldad me sale de adentro- confesé.
Ambas soltaron una risita.
De pronto, escuché el rington de mi celular. Me incorporé apresuradamente, jamás me acostumbraría a ese sonido. Metí la mano en mi cartera y rebusque en el interior. ¡Por Dios! ¡No podía encontrarlo! Cuando al fin di con él, ya era demasiado tarde.
Lo saqué del bolso y miré la pantalla. Chio y Candy me observaron con curiosidad en sus ojos. Marqué rápidamente el número de Sofi, quien era la autora de la llamada perdida.
-¿Hola? –dije, era extraño que me telefoneara al mediodía, teniendo en cuenta las nueve horas de diferencia. Allá serían… sí, las cinco de la mañana. -¿Sofi? ¿Hola? –insistí.
-¿Angie? –respondió al fin, y me pareció oír su voz teñida con miedo. Enseguida me preocupé.
-¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?
Las chicas me miraban cada vez más expectantes, Candy se puso a hacer preguntas, pero ya las callé con una expresión un tanto fea, llevándome le dedo índice a los labios.
-Define bien. –contestó la rubia.
-Me estás poniendo nerviosa, por favor, explícame qué te pasa. –exigí. Pero no hubo caso, ella continuó evadiendo el tema principal (y váyase a saber cuál era).  
-¿Te… te gustan los anillos? ¿Recuerdas que una vez me regalaste uno muy hermoso para mi séptimo cumpleaños? Era en realidad muy bonito y aquella vez
-¡Sofia! –la corté, odiaba que se pusiera a parlotear cuando estaba nerviosa. –Haz el favor ¿Qué sucede?
-Pues…
-Si… -la apremié.
-Richard…
-¿Hablaste con él? ¿Qué te dijo? ¿Se reconciliaron? Sabía que no durarían separados…
-¡Angela!- me frenó. De acuerdo, tal vez me había emocionado un poco… bastante. Candy le dio palmada a la mesa debido a la ansiedad. –Lo siento, ¿Qué decías?
-Él y yo… Bueno, él… ¡Es que se vía tan lindo! ¡No sabíamos lo que hacíamos! Te juro…
-Me estás asustando. –le advertí. Con la mano libre comencé tamborilear mis dedos sobre la mesa del café. -¿Estás embarazada? –consulté. Chio ahogó un grito de sorpresa.
-¡No! No es eso – se apresuró a aclarar- Pero… ¿Qué dirías si hipotéticamente Ringo estuviera casado?
Lo soltó como una bomba. Necesité varios segundos para asimilar esa frase. Hice un gran esfuerzo para contenerme. Las chicas me rogaban que dijera algo, si yo me sentía tan confundida, ni me imagino ellas.
-Hipotéticamente… ¿Contigo? –Pregunté con cautela. No recordaba otro momento en el que hubiera mantenido mi voz tan vacía de emoción. Nada delataba lo que verdaderamente sentía por dentro.
-Pff. ¡Qué cosas dices! ¡No! – respondió y comenzó a reír nerviosamente, aunque no muy fuerte, como si estuviera intentando no levantar la voz y no hacer ruido.
Yo solté un suspiro de alivio. Esta Sofi y sus cosas. Por un momento casi había creído que iba en serio. Sería una completa locura, es decir, a penas se habían peleado por primera vez. Ambos eran muy jóvenes. ¡¿Qué pensarían las fans?! No, hubiera sido un desastre.
-¿Angie? ¿Sigues ahí?
-Eh, sí, lo siento. Me distraje. –me excusé.
-Resulta que…
-¿Si?
-Estás hablando con la nueva Señora Starkey. –al terminar la frase, dicha de corrido, soltó un suspiro de alivio.
Mi cerebro no procesó esas palabras. Simplemente no cabían en mi cabeza.
-Te felicito, me alegro de que no hayan sido tan imprudentes de…
¡PUM! La oración se introdujo a la fuerza por mi oído.
-¡¿Qué tu qué?! ¡¿Acaso estás demente?! ¡¿Cómo pudieron… -comencé, parecía loca.
Chio se sobresaltó con mis gritos. Candy comenzó a preguntar incesantemente, Sofi se largó a llorar en el teléfono, balbuceando unas disculpas inentendibles.  La castaña intentó callar a la morena. De pronto el bullicio de la calle se elevó, todo comenzó a irritarme. Mi amiga continuaba igual en el teléfono. El calor era insoportable. Inconscientemente, solté un grito y corté la llamada de golpe.
Ambas se me quedaron mirando. Hasta una señora de la mesa de al lado se sorprendió. Trataba de entender la situación, pero se me hacía tan extraño. La última vez que le había hablado, haría cosa de tres días, se encontraba triste porque él no devolvía sus llamadas. ¡¿Cómo había pasado algo así?!
Chio tomó mi mano con cautela. Su tacto suave hizo que me relajara.
-¿Quieres contarnos lo que pasó? –dijo. Yo asentí. Tomé una gran bocanada de aire.
-Sofi y Ringo se casaron. –solté, sonaba demasiado increíble.
La castaña comenzó a reír y la morena me miró incrédula.
-Estás bromeando. – ahora negué con la cabeza. Chio se llevó una mano a los labios, y los ojos se le abrieron como platos.
-¡Tienes que llamarla! –exclamó Candy, que parecía encantada con la situación.
Lo consideré unos segundos. Tenía razón. Volví a marcar el número.
-¡Angie!
-Siento haberte cortado, de verdad me sorprendiste. ¿Cómo pasó todo esto? – consulté, con el tono de voz más comprensible que fui capaz de emplear. 
-Hace dos días apareció en mi casa- comenzó a explicar- Quiero decir, se vino desde Inglaterra sólo para verme, porque quería arreglar las cosas. –Tomó algo de aire- ¡Vieras qué adorable se había puesto! ¡Estaba tan hermoso y…
-Sofi, al grano por favor. –la interrumpí.
-Oh, sí, claro. Entonces volvimos juntos, y estábamos tan felices que decidimos ir a celebrar, tal vez te hubieras enterado de nuestro viaje a las Vegas si vieras la televisión o leyeras los diarios.
-¡¿Qué estás en Las Vegas?! –chillé. Mis amigas me observaron e intercambiaron una mirada de comprensión.
-Sí. Resulta que anoche nos pasamos tomando un par de copas… ni siquiera lo recuerdo muy bien. No sé cómo terminamos en la capilla. –su voz se agitaba a cada palabra- y esta mañana… quiero decir, hace menos de media hora, desperté en una gigantesca cama matrimonial. ¡Con él!  -guardé silencio, no había nada que me apeteciera acotar, era demasiado para mí. – ¡Y  vi un anillo de 24 quilates en mi dedo! ¡¿Te das cuenta lo que pesa esta cosa?!
-Sofi... -no me hizo caso, siguió balbuceando- ¡Sofi!
-¡¿Qué?!
-¿Te encuentras bien? –Inquirí, calmada- Me refiero a… ¿Eres feliz?
-No lo sé, Angie- respondió melancólica, y su voz comenzó a agitarse otra vez- No imagino otra persona mejor para casarme  y pasar el resto de mi vida. Pero que lo hiciéramos así… ¡Ni siquiera estoy segura de que él verdaderamente me quiera tanto! ¡Estábamos borrachos! ¡Ebrios! Y yo… -fue suficiente, las lágrimas interrumpieron otra vez nuestra conversación.
-Cálmate.- dije- respira. Inhala, exhala. – Ella me hizo caso- Mira, cualquier cosa que una persona haga borracha, la pensó sobria. ¿Está bien? Tal vez sólo le falto un poco de valor, quizá estaba tan emocionado porque seas su esposa –reconozco que me costó pronunciar esa palabra- que no pudo frenar cuando vio la oportunidad. – Sofi murmuró un débil “sí”- Pero ten la seguridad de que te ama. ¿Está bien? No conozco una pareja más adorable que ustedes.
-Gra-gracias. –tartamudeó.
-Ahora sonríe. –la animé- tienes asegurado a uno de los hombres más codiciados del mundo. – Ella soltó una risa a su pesar.-¿Dónde está? – pregunté.
 Ponerme de su parte no me hacía muy feliz, seguía pensado que era una locura, pero ya no había vuelta atrás, y no ayudaría en nada retarla por lo que pasó. Por lo menos, no en ese momento.  
-De hecho… está aquí al lado. – me contó, y aunque no la veía, supe con toda certeza que se había ruborizado. - ¡Se ve tan adorable así dormido! Está amaneciendo, y el sol le hace brillar el cabello y ¡Ay! Es hermoso, Angie. –sonreí ante su relato de enamorada. Reconozco que una imagen parecida se formó en mi cabeza, sólo que era Paul quien estaba en ese sueño.
-Felicitaciones- murmuré. - ¿Ya le has contado a tu madre?
-No, ni hablar. Además, aquí son las cinco y media. Me mataría se la despierto, y, para colmo, le doy lo que ella considerará una mala noticia.
-Mhmh- lo pensé- puede que no tenga mucho sentido. Pero tendrás que contarle en algún momento.
-Sí, lo sé. – suspiró.
Escuché una voz de hombre del otro lado, parecía que Ringo al fin había despertado. Oí un“buenos días Señora Starkey”. Y, he de admitirlo, con el tono adormilado, sonó verdaderamente sexy. Sofi soltó una risita. Luego hubo silencio.
-¿Hola? –pregunté, pero nadie me respondió ya.
Corté la llamada y miré a las otras dos, que casi me comían con los ojos en busca de respuestas. Tomé una larga bocanada de aire y me dispuse a repetir todo lo que había escuchado.

1 comentario:

  1. LO AMOOOOO! DIOOOOOSSS SOFI *-* RINGO *-* LAS VEGAS *-*
    ¿Me quieres matar?
    Aaaaay dios estoy sonriendo como nunca!

    Feliz enero nuevo Juuli!!
    Sube pronto please :)

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