jueves, 6 de diciembre de 2012

Capítulo 60


Angela, Londres.


-¡Angie!
-Hola, Candy. ¿Cómo estás?
-¿Y eso qué importa? ¡Te ves espectacular! – gritó emocionada levantándose de su asiento para abrazarme. Yo dejé que lo hiciera. “Ayúdame” le rogué a Dylan desde los brazos de su novia, pero este solo rió y meneó con la cabeza, gesto característico de aquel hombre norteamericano. “Por favor” llegué a articular y entonces la morena me soltó y tuve que fingir una sonrisa.–Te aseguro que esta noche arrasarás con los chicos.–intentó incentivarme, muy confiada de que lo estaba logrando, incluso cuando la verdad era que yo no tenía ganas de estar allí.
-Ven, siéntate un rato, todavía no nos vamos. – invitó Bob, instalado en el imponente sillón de su magnífico living.–Bebe algo si lo deseas–agregó, haciendo un gesto con la cabeza hacia los vasos y botellas de todos los colores que descansaban sobre la mesada, mientras encendía un cigarro.
Sonreí, saludé a los demás y tomé asiento, pero me mantuve alejada del alcohol. 
-¿De veras tengo que hacerlo? –rezongué en el oído de Harrison, quien se hallaba a mi derecha, junto al otro chico.
-Será una noche entretenida. –me animó.–Tú, Bob, Candy… -pero no pudo continuar porque se le hubiera caído la cara de la vergüenza. Ambos sabíamos que no había nada de divertido en salir con ellos yo sola. Se la pasarían besuqueándose y mi amiga intentaría conseguirme algún muchacho.
-¿No puedo romperme algo como Johny o tú? – pregunté, agotando mis últimos recursos. El castaño reprimió una carcajada. La conversación estaba siendo mantenida en susurros, y una carcajada hubiera llamado la atención. – ¡Al menos préstame a Mary! –imploré. Solo obtuve una negación.
-No es posible, estás al tanto de eso mientras sigas con tu postura de “cámara evitada, Angie feliz”. –yo hice un puchero, y él se inclinó para abrazarme como un pequeño niño que le ha dado pena.- De todas formas, no entiendo cómo es que nadie se enteró lo de Miranda Kane si tu círculo de amistades es tan conocido.–razonó; me encogí de hombros.
-Dios me quiere. – Bromeé y ambos soltamos unas risitas. Más allá de eso, yo tampoco le encontraba una respuesta muy lógica, pero cada día me convencía más de que Raina hacía maravillas con ese collar suyo de cuentas.     
-De acuerdo, -dijo Candy levantándose de su silla con una copa en su mano. Se notaba que aquellos brebajes ya le habían hecho algún efecto.–Creo que sería el momento ideal para... ¡Irnos al Club! – declaró. Luego hizo que Mary se pusiera de pie con algo de dificultad y juntas caminaron a mi encuentro. –Es ridículo que nunca me la hayas presentado – me reprendió mientras hacía una pausa para tomar otro trago, y el movimiento, más la luz, hicieron resaltar su tatuaje del shing y el shang en su muñeca izquierda.
Se abrazó a la castaña y la miró con devoción.
-¡Marianne Johson es sensacional! –gritó. Yo intercambié miradas con la chica más famosa de aquel entonces y ambas nos sonreímos. La situación era graciosa. No tenía dudas de que Mary habría tomado la misma cantidad que Candy, pero ella tenía más… ¿Capacidad de retención? Por decirlo elegantemente. La cosa era que no se ponía borracha tan deprisa.
Me levanté y saludé a la actriz, encontrándome con su cabello alisado que ahora estaba corto y rubis en las puntas, y luego me dirigí a mi profesor de canto, quien se encontraba apoyado en su muleta riéndose de un par de cosas junto a Dylan.
-Estamos listas. – les informé.
-Genial. – comentó el misterioso cantante de folk.
-Pásala bien, Angie - me deseó George. Asentí sonriendo y besé su mejilla a modo de despedida.
Una vez abajo, Candy y yo nos metimos en el auto de Bob, y Harrison y Mary en el de esta última. Ellos partían a su casa a descansar, ya que obviamente el castaño no estaba en condiciones para irse a un club nocturno. Desgraciadamente, no era mi caso. Prefería estar en casa con Greg, viendo películas viejas y comiendo palomitas, pero al parecer, todos estaban de acuerdo en que tenía que salir un poco. ¿Qué hay de malo con hacer turnos extra en un hospital  y que tu máxima diversión un sábado en la noche sea pasar un tiempo de caridad con tu padre?... Bueno, pensándolo mejor… tal vez sí necesitara un poco de aire fresco. 

Media hora más tarde, el rock and roll tronaba en mis oídos. La gente bailaba a mí alrededor, y de manera un tanto sensual, debo admitir. -¡¿Quién baila así con música de este tipo?! Oh, claro: borrachos- La pareja de morenos, como habían anunciado mis predicciones, se había esfumado como el humo hacía apenas un par de segundos. Deseaba con todas mis ganas que Sofi se encontrara por allí, o John. Pero la primera se hallaba a un océano de distancia y el segundo seguía en el hospital. Así que tenía que apañármelas yo sola.
Me dirigí a la barra logrando escapar del tumulto de gente. Me senté en unas de las mullidas banquetas e intenté con todas mis fuerzas no reparar en su aire terriblemente familiar. La madera de la mesada, las luces de la parte superior… Sí: era exactamente el mismo local donde Paul y yo nos habíamos reencontrado. Y nadie había tenido la delicadeza de notarlo.  
Pedí un vaso de algo suave, no iba a quedar como Candy, pero beber no era  ilegal, ni me haría daño. Clavé mis ojos en la masa de gente que bailaba. Casi podía ver el cabello castaño y despeinado de Paul salir como propulsado de allí y al muchacho aterrizando sobre la barra. Pidiendo un inocente vaso de agua y adoptando una mirada de idiota mientras me observaba, intentando reconocerme. ¡Nunca mi corazón se había acelerado tanto como aquel día! No cesaba de preguntarme si se habría dado cuenta. Si le gustaba mi nuevo look. Me había estremecido entera cuando me comunicó gritando que había agendado su número en mi teléfono. Y después había pasado largas noches con mi pulgar sobre el botón verde y su nombre seleccionado, el cual era una ridiculez, porque el muy tonto se había escrito como: “Paul Sexy McCartney”. 
Una sonrisa se escapó de mis labios al rememorar todo aquello. Muy a menudo me preguntaba qué estaría haciendo o dónde se encontraría en ese preciso instante. Si estaría pensando en mí como yo en él…
Le di un sorbo a mi vaso y paseé de nuevo mi mirada por entre la gente. Luego la bajé hasta mi vestimenta. Llevaba una linda camisa sin mangas color coral, abierta en la espalda y unas calzas engomadas negras. En los pies me había puesto zapatos de tacón que fueran a juego con la camisa  y también traía aros y pulseras. El cabello me lo había recogido en un intento de peinado sofisticado, obviamente fallido.
-¡Angie! –oí que me llamaban. Levanté mi cabeza en seguida y pronto mis ojos divisaron a una linda muchacha de cabello largo y marrón que se había sentado a mi lado.
-¡Chio! ¡Qué agradable sorpresa! – me emocioné. ¡Al fin! La noche comenzaba a mejorar. -¿Qué haces por aquí? – le pregunté.
-Olivia y yo venimos a bailar y por unos tragos – contestó. Pero notaba cansancio en sus facciones alegres y no tenía mucha cara de contenta.
-No tenías ganas. –adiviné, y fue una afirmación. Ella sonrió con timidez y se encogió de hombros.
-¿Qué te puedo decir? Las discotecas no son lo mío. –Admitió.
-Tampoco tenía ganas de salir. –comuniqué. Nos miramos y soltamos una carcajada. Me incliné un poco y le pedí al barman que le sirviera un trago a mi acompañante.
-No, gracias. – se apresuró a rechazar la castaña.
-¿Estás segura? – insistí. Ella dijo que sí con la cabeza.
-Salgamos – propuso, elevando el tono de su voz pues la música parecía aumentar su volumen cada vez más. Yo me puse de pie y tomé el vaso de vidrio entre mis manos.  

Encontramos rápidamente la puerta que daba al patio interior. Agradecía que los clubes tuvieran uno. (Es que en la entrada siempre se llena de camarógrafos) Nos apoyamos contra una pared y le dediqué una mirada al lugar. El suelo estaba todo recubierto con piedras blancas; por aquí y allá sobresalían colillas de cigarro consumidas. En una esquina había una pareja tan enamorada que apenas se distinguían las dos figuras y había otro par de personas desperdigadas por ahí. La noche de primavera estaba preciosa, incluso había una suave y fresca brisa que nos impedía sufrir calor, pero el lugar no era ni la mitad de bonito que el de la fiesta de Mary, cuando Sofi conoció a los chicos por primera vez… <<¡Ya deja de pensar en el pasado, Angela!>>
-Y… ¿Cómo estás? – preguntó Chio, sacándome de mi ensueño. Sonreí y me encogí de hombros.
-Bien. – Afirmé. El dolor por Paul se había hecho tan permanente dentro de mí que casi me había acostumbrado a él.-¿Tú?
-También. –nos quedamos en silencio. Era un tanto incómodo; ahora que lo pensaba, era la primera vez que compartíamos un momento sin John.
-¿Olivia no se enojará si la dejas sola? – curioseé, para sacar algún tema.
-No, está con Mick. – comentó.
-Oh, ¿A ti también te trajeron como mal tercio? -  continué y las dos reímos.–¡Candy y Bob! me dejaron tirada no bien llegamos!–exclamé. La muchacha volvió a reír.
-Lo siento. –se disculpó- No se me da nada bien entablar conversaciones.–y luego me sonrió apenada.
-No te preocupes, no hay problema. – de nuevo el silencio. La pareja continuaba con su besuqueo apasionado y algunas personas más habían salido. La música llegaba amortiguada y se oía fuerte cuando abrían la puerta.
-Angie ¿Puedo preguntarte algo un poco personal? – indagó Chio luego de un rato.
-Por supuesto. – respondí.
-George y tú… ¿Están juntos? –Me quedé de piedra. Esa no me la esperaba.
-No, no, en lo absoluto.–negué.– Mary y él todavía son pareja. ¿Por qué lo dices?-su cara se cubrió de rojo en ese momento, visiblemente avergonzada.
-Nada, es solo que últimamente pasan mucho tiempo juntos y John me ha contado que él suele hablar de ti cuando lo visita.
-Oh, no, pero te aseguro que no. – remarqué. – Nos hemos vuelto muy amigos, eso es lo que pasa. Vivimos cosas parecidas. Supongo que nos ayudamos mientras extrañamos a nuestros respectivos amores.–intenté explicar.
-¿Eso quiere decir que todavía sientes algo por Paulie? – preguntó de pronto, cambiando abruptamente su voz, como si recién ahora empezase la verdadera conversación.
-Con “algo” te quedas demasiado corta.- comenté. La muchacha rió. Se le daba bastante bien, poseía uno de esas risas contagiosas.
-Muy bien, es mi turno – dije y Chio asintió- ¿Por qué eres tan buena conmigo cuando yo tengo toda la culpa de lo que pasó? En especial lo de Paul.–Solté a la desesperada. La duda venía carcomiéndome desde hacía demasiado tiempo. Sus ojos marrones me miraron con una expresión confusa y una pizca de diversión. Soltó un suspiro y se puso a hablar.
-Eres una gran persona, Angela. No sé cómo haya sido tu pasado, pero tampoco me importa. No te negaré que al principio no quería nada que ver contigo, sin embargo creo que todo pasa por una razón. Ahora veo que estás sinceramente arrepentida y que has hecho todo lo posible para enmendar tus actos.
-Gracias – logré pronunciar, apreciando cómo una corriente cálida se extendía por todo mi cuerpo. Se sentía bien que reconocieran tus méritos.  
-¿Todavía lo amas?
-Más que a nada en el mundo.–afirmé.
-Entonces te contaré un secreto–anunció, al instante la intriga se apoderó de mí–una vez, hace mucho, le dije a Paul que tu eras Miranda, pero no hubo forma de convencerlo.
Me quedé estática. ¿Cómo se había enterado? ¿Eso significaba que yo no tenía toda la culpa, que hubiera terminado sabiéndose de todos modos?
-Me di cuenta cuando él se abrió conmigo. Las cosas encajaban. Quiero que sepas que jamás lo vi tan enamorado de alguien como contigo. Las dos veces – añadió. Yo sonreí. – Hasta hace poco, pensaba que lo mejor para Paul era irse lejos de aquí y darse unas vacaciones. De hecho, consideraba que las cosas irían la mar de bien para él si se olvidaba de esta situación, si te perdonaba y superaba. Y se lo dije, fui yo quien le sugirió que se marchara– la chica advirtió el cambio en mi rostro y se apresuró con sus palabras. El aire se había escurrido de mi cuerpo. ¿Qué posibilidades me quedaban si su mejor amiga no nos quería juntos?- Pero ahora entiendo que me equivocaba – el alma me volvió al cuerpo- Paul y tú deben estar juntos. Él no puede permitirse perderte, Angela.

2 comentarios:

  1. Que bonito *-* Amo tu fic!!
    Es que, ¡es verdad deberían estar juntos! <3

    Muchos saludos, y lo siento por no comentar antes u__u

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