domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 57


Angela.


-¡Angela! –contestó.–Lamento no poder decir que es una agradable sorpresa. –agregó en un tono claramente sarcástico. De inmediato me odié a mi misma por haberme sentado allí.
-¿Cómo has estado? –Continué como si Olivia no estuviese intentando matarme con la mirada.
-Oh, de lo más bien. – “¿Cuándo se terminará el sarcasmo?”, me cuestioné- Solo que por tu culpa mi hermano se fue completamente destrozado y casi se mueren cuatro seres muy queridos. –De acuerdo… tal vez hubiera sido mejor continuar en ese plan. Sus palabras gélidas eran como puñales en mi corazón.
-No fue por mí. –me defendí, hablando tan bajo que apenas podía escucharme. Junté mis manos debajo de la mesa y comencé a retorcerme los dedos, gesto que siempre hacía cuando estaba nerviosa. Bajé la mirada. Ni siquiera yo me creía aquel cuento, por supuesto que era la causante de todo.
-Entonces Paul se fue solo porque sí. –ironizó. Su actitud arrogante me tenía acorralada, no sabía cómo reaccionar a ella. En un tiempo, muy lejano, podría haber sido yo la chica con esa actitud fuerte y dominante, pero hoy ya no era así. Enfurecida, sentí el nudo otra vez en mi garganta.
-No lo comprendes. –pronuncié, sin cambiar la actitud, por lo que Olivia tuvo que inclinarse un poco hacia mí para poder oírme. 
-¿Qué? –Cuestionó, volviendo a acomodarse en su asiento y cruzándose de brazos.–Explícame- exigió.
Levanté la cabeza. Mientras mis ojos claros estaban brillantes por las lágrimas, los de ellas se encontraban duros y determinados.
-Todo lo que he vivido, quién soy yo. – concluí, sintiendo que la furia me invadía con su calor abrasador. ¿Por qué iba a dejar que me tratara como basura? No, señor. Olivia no sabía nada de mí, de cuándo o cómo murió mi madre, o de lo mal que la había pasado últimamente; no conocía plenamente mis sentimientos por Paul y menos mi dolor por John. No podría entender jamás todo lo que me odiaba por poner en peligro la vida mis amigos.
La castaña dejó salir un poco de aire y me miró conteniendo una sonrisa, al tiempo que jugaba con la punta de su largo cabello.  
-Déjalo. –dijo, haciendo ademan de levantarse- simplemente serías incapaz de entenderlo. –me la quedé mirando, en mi interior la sangre comenzaba a hervir. ¿Pero quién rayos se creía que era? Me puse de pie con brusquedad y la tomé de la muñeca, impidiendo que se vaya, y terminando frente a frente.
-Explícamelo si soy tan tonta. –La desafié. Olivia clavó sus ojos en mí, y me recorrió con la mirada más despectiva que nadie jamás me hubiera otorgado. 
-Estás tan metida en ti misma, Angela. –se lamentó. Mi primera reacción fue abofetearla, pero me contuve, de repente quería escuchar lo que tuviera para decir.–No te das cuenta de todo lo que pasa a tu alrededor. Siempre se trata de ti, todas las veces. –me soltó; su mirada ya no era igual, por extraño que suene, había cambiado hasta transformarse en una verdadera expresión compasiva.– Te culpo de todo porque Paul es mi hermano. –se sinceró. A decir verdad, no me esperaba aquello.–Lo quiero más que a nada en este mundo, y por eso me devasta verlo sufrir. Ahora sé que tú eres Miranda, y puede que gracias a ello te odie el doble. –prosiguió. Mi estómago se encogía con cada sonido, eran como puños de sinceridad dolorosa.- Creo que fingir su muerte es el acto más cobarde y egoísta que alguien puede realizar. –declaró. Las lágrimas y yo luchábamos nuevamente, solo que no sabía en representación de qué sentimiento querían salir. –He hablado con Paul, él me ha contado que lo hiciste para “protegerlo”, pero estoy segura de que sabes bien la asquerosa mentira que eso es.
-¡No es cierto! –protesté. - ¿Cómo te sentirías si supieras que casi se muere por tu culpa?-interrogué con la voz quebrada a medias. - ¡No eres la única que lo quiere tanto! –le espeté. – Te guste o no, tu hermano es el amor de mi vida. –afirmé con rabia, y de pronto, tener esa certeza me reconfortó.
-¡¿Y qué te gustaría hacer entonces?! –cuestionó, nuestras miradas encendidas.
-¡Recuperarlo! – grité, soltando la primer palabra formulada en mi mente. 
-¡¿Y por qué?!
-¡Porque lo necesito! ¡No estoy completa sin él! – respondí.
-¡NO! – dijo Olivia tan molesta que golpeó la mesa con el puño. -¡Mierda! –exclamó. - ¿¡No lo ves?! ¡No entiendes nada! – la miré sorprendida y perdida también, nunca me había sentido tan segura de algo. Sin embargo, no me animé a interrumpirla, se veía realmente enojada. – ¡El amor se trata de entrega, Angela! – me… ¿Retó? – Haces las cosas por amor a alguien, porque sabes que eso le hará bien. – noté el cambio en su volumen de voz, al fin y al cabo, nos encontrábamos en un hospital; sin embargo, no le quitó nada de pasión a su discurso. – ¡No porque tú lo necesites o tú estés incompleta -prosiguió, y por primera vez en todo el rato, sus palabras comenzaban a cobrar algo de sentido para mí. – Cuando fingiste  tu muerte, no pensaste en Paul. –reafirmó. – Solo te auto convenciste de que le hacías un bien. Sabías perfectamente que él continuaría ascendiendo y serían igual de famosos. Lo de la piedra podría haberle pasado de todos modos. –sentenció. Yo estaba sin palabras. – Pero no sé qué rayos pasaba con tu vida, como para tomar una decisión tan drástica. –agregó, quizás sintiendo que se le estaba yendo un poco de las manos, cosa que podría ser cierta. – Tal vez necesitabas escapar, y en todo caso, sigue pareciéndome la peor cobardía. ¿Te das cuenta de que no solo le mentiste a él, sino a millones de personas que te tenían de ejemplo? –preguntó, arrugando el ceño y volviendo a la mirada despectiva.
-De eso no necesitas preocuparte, Olivia. –La corté.- soy perfectamente consiente de la decepción que les causé a mis fans. –respondí imitando su tono frío casi a la perfección.
-Me alegro  entonces. – dijo. Un silencio incómodo se formó entre nosotras.
-No sabes la presión de esa vida. – suspiré y volví a sentarme en la silla, me crucé de piernas y coloqué mis manos en mi frente.
-Mi novio es Michael Jagger y mi hermano, Paul McCartney, creo conocer bastante al respecto. – yo me limité a sacudir con la cabeza.
-Cada vez que salía, tenía una cámara frente a mí; cada acto, palabra o mirada que realizaba, influiría en alguna persona. Sobre mis hombres pesaban las acciones de millones de chicos. Es realmente diferente a lo que a ti te toca. Le importas demasiado a la gente, y nada puedes hacer mal. No podía equivocarme. –me lamenté.
-Pero vaya que lo hiciste. – dijo. Levanté la vista y la observé otra vez, incrédula.
-Paul tenía razón cuando me contó que eras una persona increíblemente fuerte. –comenté, evocando uno de mis tantos recuerdos con él.
-Bien por él.–respondió.
-No todos somos así, ¿Lo sabías? –contraataqué.
-¡Por favor! – se exasperó. -¿Cuándo dejarás de sentir pena por ti misma? –se quejó.
-Yo no…
-¿Sabes qué? Me cansé de todo esto. –prosiguió sin darme tiempo a continuar. –Si de verdad quieres a mi hermano, piensa en lo que te dije.
-¿Me… me estás insinuando que lo recupere? –me extrañe, ¿De verdad? ¿Después de toda esa charla?
-¿Y por qué no? – preguntó retóricamente. – en mi más sincera opinión, hay millones de mujeres mejores que tú para él, pero por alguna razón, tengo el presentimiento de que sigues fascinándole. – me quedé atónita.
-No juegues. –Advertí.
-No tengo la intensión. –aseguró. – por supuesto que está enojado y resentido, tal vez tanto como tú. Ni siquiera sé si pueda perdonarte, pero si de verdad quieres recuperarlo… a lo mejor tienes una oportunidad. –Por mi primera vez, Olivia sonrió. Desgraciadamente, fue gracias a mi cara de estupefacción. – Y recuerda, Angela. No seas egoísta, el amor es compartido. Deja de ser una niña llorosa y autocompasiva, realmente me cayó bien esa chica de vestido blanco que conocí en tu departamento. – La muchacha caviló un momento sus palabras. – O tal vez me contentó ver que intentabas reparar el daño que habías cometido siendo Miranda. – y sin nada más para decir, se dio la vuelta, y me dejó sola en aquel lugar, meditando boquiabierta sus palabras.

Tres deducciones había sacado de todo aquello, y me habían llevado tres días enteros formularlas. La hermana de Paul tenía toda la razón del mundo. A pesar de que no consideraba que su forma de hacer las cosas había sido la correcta, era la única que me había dicho la verdad, y gracias a ella abrí mis ojos. Claro que cambiar de actitud no sería tarea fácil, al menos no después de tanto tiempo en posición defensiva.
En un primer momento me había golpeado la cruda realidad, y no quería aceptar que fuese cierto, pero luego fue reemplazada por otro sentimiento, algo que no había experimentado aún: Fortaleza. Las ansias de levantarme y luchar por lo que quería, de sentirme orgullosa, realmente orgullosa, gracias al fruto de algo bueno, que presentía, estaba por venir. O dicho de otro modo, planeaba hacer venir.
Por lo que éstas eran, mis conclusiones:
1º  Me hallaba cansada de llorar por los pasillos.
2º Realmente había sido una egoísta, nunca fue él la verdadera razón por la que abandoné a Miranda.
3º No me quedaría de brazos cruzados, Paul se merecía ser feliz, y no descansaría hasta lograrlo.  

2 comentarios:

  1. O______O Ha sido genial *-* se merecía esa charla Angela, me he dado cuenta ahora que en verdad si fue una completamente egoista y podría haber seguido con Paul perfectamente u___u

    Espero que subas el siguiente, me gustaría leer como continua y le recupera ^^

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  2. Eres como un beatle, siempre vas a algo inesperado joder que amo a Olivia y su sarcasmo de mierda, ella es como una Lennon... amé el capítulo no sabes que cara de o.o me quedó, en serio, ni si quiera pienso en lo que estoy escribiendo e.e; besitos c:

    Jodida Genio.

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